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LA ABSTRACCIÓN DE UN BESO. ENTREVISTA CON MARÍA RÉBORA.

El sentido de la vista es un puente por el que las personas atravesamos del significado hacia la realidad. La visión se expande cuando el significado se abstrae y, así, bajo la condición de individuo, la realidad nos pertenece en la intimidad. Para la artista María Rébora, el cuestionamiento de la realidad recae en la deformación de lo tangible, donde permanece “lo oculto, lo velado y lo secreto. Eso le da chance a la imaginación de cada uno para rellenar el espacio”. 

Ondeado es la nueva exposición de María, quien, a sus 27 años, comparte muros con el artista visual Santiago Rojas, ambos Sagitario. La Galería Cromática es el lugar donde el derretimiento pictórico colgará durante un mes a partir del 11 de agosto. En ella se expondrán obras en impresiones en acrílico y cromos lenticulares, entre otras: imágenes ondeadas.

Al platicar con María, las palabras que intentan significar su obra son apenas cercanas a una respuesta; cuando se está por llegar a revelar el secreto, la pregunta nace y se instala como única voz concreta. 

Todo comenzó con una serie de fotografías de personas besándose (tomadas con una cámara de película instantánea) que Rébora comenzó a guardar. “Un día me di cuenta de que quería hacer algo con ellas y la obra fue sucediendo por sí misma”, cuenta. La mayoría de los besos captados son en fiestas de noche, de personas cercanas a la artista. 

¿Tienes algún orden para comenzar a tomar estas fotografías?

“No. Sólo estoy ahí y sucede que tengo mi cámara; todo es al azar. Me gusta mucho que sea instantáneo. Me gusta que tienes poco control sobre lo que va a suceder y a veces pasan cosas mágicas, y eso me parece que también le aporta a la imagen final”, dice y agrega que “cada foto con la que trabajo tiene un resultado en particular que no está premeditado. A través de la imagen se destila la esencia de ese beso en particular”. 

Una vez ante la obra de María, el destello erótico atrapa el campo visual del espectador. La abstracción de los colores “siempre cálidos” cobra vida y, con esa vida, adquiere cuerpo. Es por ello que las piezas están “deformadas”, porque funcionan como un velo que oculta el nacimiento de la imagen y configura un espacio entre lo abstracto y figurativo, donde se puede “percibir que hay algo sucediendo ahí pero no estás seguro qué es”; es ese espacio donde la obra se reconoce erótica. 

Para María cada persona puede descubrir el erotismo como desee en su obra, pero también ello da permiso a cuestionarse ¿qué significa lo erótico? Como espectadora se su propia obra, la artista afirma que “tiene que haber una tensión y un deseo no consumado para que haya erotismo. 

“Es importante distinguir entre erotismo y pornografía, y es que en el erotismo siempre tiene que haber algo oculto, secreto. En cambio, en la pornografía tu ojo se posa en el objeto y ya sabe qué está pasando ahí… donde no hay nada que descubrir”. 

Anteriormente, la artista había experimentado el color y la deformación de cuerpos geométricos a través de la cerámica. Sin embargo, en esta nueva serie de besos ella no quería que su obra fuera erótica, sólo fue “una excusa para trabajar las fotos” que había reunido. Conforme el planteamiento y su investigación avanzaba, se crearon más preguntas que respuestas, entre las que sobresale por su misterio: ¿Cuál es el rasgo erótico que reconocemos en lo abstracto? 

En Ondeado, María expone piezas escurridizas que canalizan emociones físicas desde la atracción del color. La sensación de besar puede sentirse en algunas de sus obras y otras “no se parecen en absoluto. Sin embargo, no sé por qué sucede eso, es una pregunta que aún no he respondido”, dijo. 

“tiene que haber una tensión y un deseo no consumado para que haya erotismo…”

-María

“NO VEAS COMO YO VEO, PERO ENTIENDE LO MAGNÍFICO DE ESTE UNIVERSO”: SANTIAGO ROJAS EN ONDEADO

Cuando se usa una sustancia que modifica nuestra percepción sabemos que el objeto visto no se modifica en sí sino es sólo un efecto logrado por un proceso químico que naturalmente podemos enunciar como magia. Para el artista visual Santiago Rojas, esta fórmula necesita sumar un axioma: una vez que se ha entrado ahí, nada vuelve a ser lo mismo. 

A sus 28 años, el artista sagitariano compartirá las paredes de la Galería Cromática con la pintora y escultora María Rébora. El título de esta exposición es Ondeado por la alteración de la psique, lo oculto de los significados, por el juego semántico que rodea las obras. Lo que quiere Santiago es que la gente vea su obra y se cuestione cosas dentro de sí como él se las cuestiona a la hora de crear.

La obra del artista está compuesta por fotografías que han pasado por una edición/deformación. “Volví a mi archivo de imágenes que tenía y, a partir de ver una estética vertical y cómo esta surge del centro hacia afuera, comencé a jugar con lo que tenía en digital. Con una que edité, me encantó”, dice emocionado Santiago. Para él, dichas fotografías están capturadas desde una búsqueda por la belleza que puede existir en lo ajeno y que se transforma en sagrado debido a que se encuentra ‘más allá de nuestro entendimiento’. 

Para Rojas, de eso se trata el arte y la vida, de “abrirme a un más allá que no comprendo. No un propósito, pero estar seguro de que no lo hay”. Cuando el artista se propone a crear una imagen busca en él lo que puede haber afuera, lo que le obliga a entenderse a sí mismo mientras la búsqueda se prolonga. 

Se concibe como un voyerista porque ello le obligó volver al asombro. “Ahora, con la fotografía, volví a encontrar este asombro a través de las pequeñas cosas de la vida. Mi voyerismo parte de transmitir a los curiosos los detalles de la imagen con los que yo me asombro: ‘No veas como yo veo, pero entiende lo magnífico de este universo’”, recomienda. 

Santiago atravesó las puertas de la percepción desde antes de conocer los alcances de la abstracción y la psicodelia, pero sólo pudo materializarlos una vez fuera de ese recorrido que, advierte, lo acercó a límites casi irreversibles… “fue gracias a esta experiencia, muy intensa, donde vi cómo se derretía el exterior (como sucede en mi obra) y en eso había algo que se escondía. Entonces, cuando deformo las imágenes, abro la posibilidad de que haya algo más allá de lo que vemos… me cuestiono por qué se deforma esto, por qué se derrite y, una vez ahí ya no puedes volver a la otra realidad”, explica. 

A pesar de la complejidad de sumergirse en otras realidades –y ser puente para que otros también lo hagan– la obra de Santiago tiene un final; él sabe que no vivirá por siempre y su arte tampoco. ¿Quién mataría su obra? Cuando alguien quiera definirla como algo concreto “porque la verdad es que nada es concreto, nada es sólo una cosa. Prefiero que sea un misterio, que la gente no lo concrete”. 

Desde el 11 de agosto, las piezas de Santiago, junto a las de María, podrán derretirse frente a las pupilas de quien desee conocer Ondeado en la Galería Cromática. 

antonio moreno

ONDEADO

Las imágenes de esta exposición pertenecen al secreto interno que las nombra. María Rébora y Santiago Rojas hallaron en su archivo fotográfico un portal hacia la abstracción de la realidad inocua. Ante el beso nocturno de cualquier fiesta, María dispone la visión al azar de la impresión de la luz en su cámara instantánea; mientras Santiago pasea por la Ciudad, la arquitectura ya no pertenece al horizonte, se captura, se roba y se manifiesta lisérgica. 

Ambos artistas manipulan la imagen “original” acorde con las sensaciones que nacen ocultas, que, más allá de generar una respuesta, procuran incógnitas. Son los códigos como el color, la relación conceptual de lo tangible con la deformación de la obra y la alteración de la percepción lo que hace de Ondeado una exposición unitaria bajo el orden del caos, el derretimiento de lo aprendido y el deseo por lo que subyace. 

El erotismo en la obra de Rébora se transforma en un paisaje que yuxtapone el fenómeno, la voluntad y el fluido que se manifiesta al besar. Las conexiones sensoriales se logran en impresiones en acrílico o cromos lenticulares que funcionan como puentes por donde el espectador puede pasar de la tensión al deseo, de lo revelado a lo secreto, hasta impactarse con la utopía mística del beso. 

A Rojas, la fotografía le devolvió el asombro por lo finito del mundo. La insistencia de sus experiencias psicodélicas consolidó la inestabilidad de su imagen, así como su proceso para convertir lo cotidiano en una obra de arte. Al ver la disrupción de sus paisajes, se pronuncia la curiosidad por entrar a un lugar que deja inconclusa la forma concreta de las cosas; que deja en segundo plano el flujo social que roba nuestra sensibilidad a diario. 

Ondeado: un acercamiento a la irrealidad en la que vivimos.

Las imágenes de esta exposición pertenecen al secreto interno que las nombra. María Rébora y Santiago Rojas hallaron en su archivo fotográfico un portal hacia la abstracción de la realidad inocua. Ante el beso nocturno de cualquier fiesta, María dispone la visión al azar de la impresión de la luz en su cámara instantánea; mientras Santiago pasea por la Ciudad, la arquitectura ya no pertenece al horizonte, se captura, se roba y se manifiesta lisérgica. 

Ambos artistas manipulan la imagen “original” acorde con las sensaciones que nacen ocultas, que, más allá de generar una respuesta, procuran incógnitas. Son los códigos como el color, la relación conceptual de lo tangible con la deformación de la obra y la alteración de la percepción lo que hace de Ondeado una exposición unitaria bajo el orden del caos, el derretimiento de lo aprendido y el deseo por lo que subyace. 

El erotismo en la obra de Rébora se transforma en un paisaje que yuxtapone el fenómeno, la voluntad y el fluido que se manifiesta al besar. Las conexiones sensoriales se logran en impresiones en acrílico o cromos lenticulares que funcionan como puentes por donde el espectador puede pasar de la tensión al deseo, de lo revelado a lo secreto, hasta impactarse con la utopía mística del beso. 

A Rojas, la fotografía le devolvió el asombro por lo finito del mundo. La insistencia de sus experiencias psicodélicas consolidó la inestabilidad de su imagen, así como su proceso para convertir lo cotidiano en una obra de arte. Al ver la disrupción de sus paisajes, se pronuncia la curiosidad por entrar a un lugar que deja inconclusa la forma concreta de las cosas; que deja en segundo plano el flujo social que roba nuestra sensibilidad a diario. 

Ondeado: un acercamiento a la irrealidad en la que vivimos. 

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