Hay un momento en la vida de cualquier pintor donde se toma distancia del color y la luz. Al igual que Ícaro, uno puede quemarse al acercarse al sol, de cierta manera el pintor al fundirse en el color y la luz puede deslumbrarse y necesitar un espacio donde la sombra actúa como refugio. Desintoxicarse del color es preciso para poder observar qué es lo está pasando en la composición pictórica, el lenguaje se reduce entonces a la utilización del negro y del blanco, lo cual también reduce la posibilidad de caer en el cliché de usar color por usar color. La experiencia monocromática retorna a ver a la pintura de manera mas fría y sin discursos; la pintura se vuelve simplemente pintura sin exigir una explicación y se sostiene de su propia belleza.
Cuando estés a solas en la noche cierra tus ojos y respira, lo más bello y lo más noble está ahí donde los demás no quieren estar.